Cipri tiene una gran virtud: capta muy rápidamente quien pega con quien. Es un contactador nato, un Linkedin con patas. O sea, un Ciprendin. Ser su amigo tiene muchas ventajas. Por ejemplo, vas a una fiesta, no te dejan entrar y dices: «Soy amigo de Cipri». Y solucionado.

Cipri es un ancla, un amigo que te pone en tu sitio y te aferra a la realidad. Alguien que no busca nada y que te lo da todo. Así tendrían que ser lo amigos.

Yo lo considero un vanguardista, porque cuando no existía ni Facebook y Twitter, Cipri ya era una red social con patas. Pertenece a una especie rarísima que cree en la bondad humana y siempre transmite buen rollo.

De repente, aparecen Cipri y su libro dispuestos a hablar sin miedo de lo pequeño, de valores que parecen no figurar en el IBEX 35 de lo importante, de lo realmente importante.

Las habilidades sociales, tan fundamentales, pueden aprenderse, practicarse y fortalecerse como un músculo. Cipri tiene un talento fuera de lo común para facilitar y potenciar estas relaciones humanas.

Cipri es una persona única, con una mirada y una sonrisa que transmiten credibilidad. Un ser optimista y solidario que me enganchó, y cuidado que he conocido a gente en esta vida.

La amistad es como la música: se disfruta tanto al entregarla como al recibirla. Y Cipri es un gran director de orquesta.

En la vida es importante qué haces, pero también con quién lo haces. Nadie como Cipri para explicarnos las bondades de relacionarse y cómo hacerlo.

Cultivar la amistad es un arte. Como explica mi amigo Cipri, consiste básicamente en entregarte al otro sin esperar nada a cambio.

Las ideas de Cipri Quintas tienen, además de sentido, luz. Te ayudan sin que te des cuenta y permanecen en ti sin ocupar espacio. Te aconsejo que te dejes impregnar por ellas. Te ayudarán.