🎄 Esta Navidad, regala una mesa — no un regalo

es navidad

Hoy, día de Navidad, quiero hacerte un regalo diferente: una invitación a volver a la mesa. No a la mesa como mueble, sino a ese espacio donde las prisas se detienen, las miradas se encuentran y las conversaciones vuelven a tener alma. En un mundo lleno de pantallas y notificaciones, sentarse juntos es casi un acto de magia… y también de resistencia. Por eso esta reflexión nace hoy, en un día tan especial: para recordarnos que, cuando compartimos tiempo alrededor de la mesa con la familia, con los amigos, con quien lo necesiterecuperamos algo que nunca debió perderse. La humanidad.

Esta Navidad me gustaría confesar algo: cada año que pasa, valoro más ese momento sagrado de sentarse a la mesa. No por la comida en sí, ni siquiera por la decoración, sino por lo que ocurre cuando dejamos lo urgente a un lado, nos miramos a los ojos y compartimos un rato de verdad.

Porque la mesa no es un mueble más. Es un refugio. Una invitación a ser vistos, escuchados, celebrados. Y hoy, quiero invitarte a que conviertas tu mesa en un regalo.

 

¿Por qué la mesa merece ser protagonista esta Navidad?

Vivimos en la época de la disponibilidad permanente: pantallas, notificaciones, prisas, reuniones, pantallas, mensajes… un bucle que muchas veces acaba robándonos presencia. ¿Cuántas veces hemos “comido juntos” y, sin embargo, cada uno estaba con su móvil, mirando redes, contestando e-mails o distrayéndose con lo urgente?

Creo que estas fechas piden algo distinto. Necesitan pausa, conexión, humanidad. Y la mesa puede ser ese ancla.

En mi casa —y seguro en la tuya también— la mesa no ha sido siempre un lujo. No ha sido un “evento espectacular”. A veces ha sido solo una cena cualquiera, un café con un amigo, una charla tras un paseo. Pero en esas pequeñas reuniones nacieron amistades, surgieron proyectos, llegaron consuelos, se tejieron complicidades.

He visto lo que pasa cuando eliges invertir solo un rato, sin pretensiones, con las personas que importan. Y muchas veces ocurre algo mágico: baja la guardia, suben las risas, se comparten sueños.

Ahora, en Navidad, esa magia puede multiplicarse.

 

Lo que dice la ciencia: compartir mesa cambia vidas

No es solo nostalgia ni romanticismo. Numerosos estudios muestran que compartir comidas tiene efectos que van mucho más allá de comer: refuerza vínculos, protege la salud mental, reduce la soledad, mejora la nutrición, y ayuda a crear identidad y sentido de pertenencia. infobae+3El Tiempo+3saludymedicina.org+3

Por ejemplo:

  • Según un artículo reciente, “comer en familia favorece los vínculos sociales, reduce la tristeza y mejora la salud mental”. El Tiempo
  • Compartir comida con amigos o familia está asociado a una mayor sensación de bienestar, pertenencia y apoyo social. National Geographic+1
  • En contexto infantil y adolescente, las comidas familiares frecuentes se relacionan con mejores hábitos alimenticios, menor riesgo de obesidad, mejor autoestima y menor probabilidad de problemas psicoló Sapos y Princesas+2Julio Basulto+2

En resumen: la mesa es un vehículo ancestral de conexión —y en nuestra era, más necesarios que nunca.

 

Navidad: un momento perfecto si decidimos aprovecharlo

En Navidad, lo habitual es pensar en regalos, luces, comidas abundantes, planes externos. Y a veces olvidamos lo esencial: que lo más valioso no cabe en una caja.

Imagino que, como yo, mucha gente ahora andará pensando en qué regalar este año. Y hay mil opciones: tecnología, ropa, experiencias, quizá incluso algún detalle impulsivo.

Pero —y te lo digo con cariño—… ¿y si este año regalamos sillas alrededor de la mesa? ¿Y si, en vez de envolver un objeto, invitamos a compartir tiempo, risas, historias, vulnerabilidad?

Porque la Navidad ya tiene condimento: la familia, los amigos, la nostalgia, la gratitud. Solo le falta permiso real para desacelerar. Para decir: «Hoy, todos ponemos el móvil en el bolsillo mágico, nos sentamos a la mesa, y dejamos que pasen cosas de verdad».

Ese bolsillo mágico: me lo aprendí hace poco. Es sencillo: un gesto consciente de dejar el móvil en el bolso o en el bolsillo, apagar las pantallas, y dedicar ese rato exclusivamente a las personas que están contigo.

No es idealismo. Es humanismo. Es respeto al instante.

 

Cómo construir tu mesa mágica esta Navidad (sin complicaciones)

No necesitas una cena de gala ni menús complejos. Solo intención. Aquí algunas ideas para que la mesa sea un regalo:

  • Invita solo con el corazón. No pienses en objetivos: ni en regalos, ni en provecho. Invita a una amiga a quien hace tiempo no ves, a una persona nueva, a alguien con quien siempre quisiste conectar.
  • Pon la mesa con mimo. No hace falta mantel de lujo: un plato, una vela, una copa, una fruta, lo que sea cómodo. Que el escenario facilite la calidez.
  • Activa el “bolsillo mágico”. Antes de sentarte, deja tu móvil lejos. No hay llamadas urgentes, no hay pantallas. Solo presencia.
  • Cocina juntos o reparte tareas sencillas: llenar copas, poner pan, servir agua. La cocina compartida ya genera complicidad.
  • Abre la conversación con preguntas reales: “¿Qué tal ha sido este año para ti?”, “¿Hay algo que te haya cambiado?”, “¿Qué esperas del próximo año?”. Deja espacio para las pausas, los silencios, las risas.
  • Si hay más personas, preséntalas con propósito —como cuando juntaba en mi mesa a amigos de diferentes mundos porque deberían conocerse. Quién sabe lo que puede surgir.

Con pequeños gestos, estás ofreciendo algo profundo: presencia, cuidado, pertenencia.

 

Más allá de la cena: un acto de resistencia amable

Hoy vivimos en lo urgente. En lo instantáneo. En lo rápido. En lo conectado —pero muchas veces solos.

Y la mesa es un acto de resistencia. Una forma de decir: no pierdo lo humano por la prisa. No abandono lo esencial por lo superficial.

Esta Navidad, mientras otros buscan el regalo perfecto, tú puedes volver a lo perfecto imperfecto: una mesa, una conversación, una mirada sincera.

Y al hacerlo, estás cuidando vínculos. Estás construyendo comunidad. Estás regalando algo que dura —porque lo que se crea alrededor de una mesa no se olvida fácil.

 

Si tú también lo sientes

Si tú también tienes una mesa esperando ser ocupada, hazlo esta Navidad.

Si sientes que las prisas han robado conversaciones profundas, que los móviles han quitado miradas, date permiso. Apaga pantallas. Deja el “mundo” unos instantes.

Invita. Comparte. Escucha. Y permite que suceda.

Quizás ese café termine siendo una amistad.
Quizás esa cena sea el comienzo de algo nuevo.
Quizás esa sobremesa sea un recuerdo que dure años.

La mesa es tuya. El regalo también.

 

Cierre-martillo + llamada a la acción

Estas Navidades, deja el regalo envuelto en papel. Regala sillas alrededor de tu mesa. Y, con ellas, regala conexión, presencia y humanidad.

Si quieres… compártelo. Invita a alguien. Y coloca el móvil en el “bolsillo mágico”.

Porque la magia —la magia de verdad— ocurre cuando decidimos sentarnos a la mesa.

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